Crisis que sanan
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“Naamán, general del ejército del rey de Siria, era varón grande delante de su señor, y lo tenía en alta estima, porque por medio de él había dado Jehová salvación a Siria. Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso.”

2 Reyes 5:1

¿Pueden las circunstancias adversas ser la respuesta que estamos buscando? ¿Puede la crisis acercarme al milagro que estoy esperando? ¿Puede el tiempo de amargura despertarme para buscar el gozo de mi salvación? Puede.

Una mujer con flujo de sangre, un hombre con la mano seca, una tormenta en el mar, un General leproso.

Todos ellos tienen cuatro cosas en común. Una adversidad, un encuentro con Jesús, un milagro, una vida nueva.

La crisis, ¿el fin o el comienzo de un milagro?

En la historia de la iglesia, todo lo que parecía el fin, en realidad fue el comienzo de la nueva vida en Cristo.

Miremos.

“Y de Siria habían salido bandas armadas, y habían llevado cautiva de la tierra de Israel a una muchacha, la cual servía a la mujer de Naamán. Ésta dijo a su señora: Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra.

Y vino Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a las puertas de la casa de Eliseo.

Resultado

"Él entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio.”

2 Reyes 5:2-3, 9, 14 RVR1960

 

Para Naamán la lepra era el fin. Para la esclava israelita su cautiverio era el fin de la vida que ella conocía. Para ambos había un propósito más elevado.

 

Conclusión.

Lo que para muchos una adversidad puede ser el fin, para quien se encuentre con Jesús es el comienzo de grandes milagros.

Dale tu vida a Jesús. Dios tiene el control.

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